jueves, 24 de agosto de 2017

Kaleidoscopio y más... de Fabio Morasso

4- "Pero si vamos a intentar algo con tan magros medios y talentos ¿para qué ser mezquinos con los propósitos?"

"los hechos y los conceptos pocas veces coinciden con ternura" Fabio Morasso




 
"Ser quizás se reduzca a ser visto por otro. 
Se existe como un texto literario, cuando en los ojos de otros cobramos vida..." 
Fabio Morasso






"El Maestro es un hombre silencioso que se ha detenido en un tiempo que sólo él comprende; o que si no comprende le importa una magnolia..."

"Margarita ama la belleza. La belleza de las ideas, de las palabras, del asombro, de la imaginación que ella misma tiene pero no sabe como sacar de su cuerpo largo y magro. Ama la belleza hasta la alegría de llorar por un poema, hasta el éxtasis místico frente a una obra que conjuga forma con contenido. Siempre sentirá que el mundo que la rodea, su mundo es grosero y canalla en comparación a ese otro mundo personal y solitario donde encuentra paz y belleza. Es otro mundo de libros y silencios que le permiten escuchar su alma en la voz de otros, los artistas. (...)

"Margarita es humana. La más humana de los humanos. Enfrentada a una imagen que le devuelve toda su humanidad y contrasentidos, todos los sueños y todos los miedos, su culpa de ser lo que son todos y cada uno de los seres humanos: sobrevivientes. (...)"


"...sin mirar atras, sin atarte a nada ni a nadie...Empezar de nuevo. No lleves nada, nada que te lastre el paso, no tenes que demostrarle nada a nadie. De nadie esperes nada, ni amor, ni piedad, ni comprension ni misericordia. Nada. Nacete de vos mismo y sobrevivi sin delirios de grandeza, sin obligacion hacia ninguna cosa que no sea tu supervivencia. No aspires a mas que a verte como te ves. No olvides reirte. No te cuestiones el bien y el mal cada dia. Aprende a bailar cuando escuches la musica, mimetizate entre los que bailan y no llames la atencion de nadie, porque eso unicamente trae enemigos y envidiosos. Es lo mejor que puedo decirte..." 

Fabio Morasso

No hay regreso posible
no hay vuelta de tuerca.
No hay ayer que no se haya degenerado
no hay exactitud en ningún recuerdo
porque la evocación es una fábrica de pasados
cuya materia prima es la nostalgia de hoy
reloj muerto / cielo sin sol / café áspero.

¿Cuál era nuestro rostro antes de nacer?
La línea de nuestra vida pierde la virtud de su fuerza
la intensidad de su impulso
la nitidez de su plenitud
y se parece a sí misma pero es otra.
-Todos nosotros somos otros-
No se vuelve a ninguna parte
ni se retorna al que hemos sido.
Ninguna curva nos devuelve a la infancia
al amor a las cuatro de aquella tarde
a la noche en esa mesa que otros ocupan sin saber
al arreglo de cuentas, los borrones, la enmienda,
la absolución, la memoria y el balance equitativo.
La vida no es un círculo.
Se deja morir lo que ha muerto
se mira con ojos nuevos todo lo que ha cambiado
se aliviana el trazo sin otro remedio
y un poco antes de aquello que quizás fue
hace mucho y quién pudiera saber cuándo, o cómo,
se queda uno sin tinta, silente,
como una espacio en blanco
que se libera por su cuenta a la eternidad
o al perfecto olvido y la nada.






No se trata de esto
ni de aquello.
No se trata, en líneas generales,
de algo que por específico
obligue oscuridades filosóficas,
representaciones matemáticas,
nada que resista el tiempo.

Se parece, mejor, a la trayectoria
que cruza al hombre de lado a lado
lo atraviesa como aire comprimido
lo perturba, lo recuerda y descorbata,
lo revuelve, desdobla y refleja
-en vano, generalmente-.

Semeja melodía o ritmo incierto
silbato de locomotora a vapor
percusión candente o caída desde un quinto piso
manual de instrucciones contradictorias y absurdas
escalera sin descansos
vino tinto atardeciendo en verano.

Hay que estar atento, sin demasiadas presunciones
observar, sentir, dejar macerar
y si no se siente ofrecer la espalda
entregarle el repudio agrio
soltarlo para que siga, se vaya, caduque.

Pero si se siente, si se sospecha, si se escucha secretar
hay que seguirlo
ver como luego de traspasar al hombre
se sumerge en agua verde
da contra impasibles piedras milenarias
llama a la noche con un aullido furioso
levanta torres de ventanas ciegas
deviene ciruelas amarillas
agita la balsa inestable de los amantes
sucumbe a su poder y se desguarnece
como un domingo sin fiesta, sobre los techos.

No es un embuste ni un dolor de muelas
ni la pía intención de un alma bondadosa
ni un ciego tocando el acordeón por monedas
ni algo evidente, satisfactorio y sin consecuencia
capaz de ser confundido
con el almíbar frío de los genitales tristes.

Es como aire comprimido
sutil y no sin violencia
como invisible aguja que perfora la realidad
vulnera todo lo que se le opone
hasta llegar al silencio
y vuelve a empezar.

(texto viejo, repetido, pero oportuno para cuando no escribo ni puedo escribir)




Aquel era un libro de rostros. Un gran panel donde todos se apresuraban a clavar algo que fuera agradable, simpático y políticamente correcto, según la causa. En aquel libro las caras no eran más que imágenes estáticas, máscaras detrás de las que quizás sí, quizás no, había alguien. Y sí había alguien o algo, frenéticamente, como un animal herido y gimiendo su soledad, se apresuraba a clavar nuevos “algos” ingeniosos, inspiradores, terapéuticos, deportivos o de última importancia para manifestarse y ser manifiesto. Ser y ser público (públicamente querido o apreciado), he ahí la cuestión que le fritó los sesos al hombre posmoderno.

Se llegó a recelar que nadie podía ver a nadie, escuchar a nadie, tan ocupados estaban todos en ser algo u alguien. Luego vino la velocidad, la urgencia y el exceso. No fueron suficientes las mascaras ni el maquillaje, que hubo que repetir mil cosas a un millón de amigos, tal como postulaba Roberto Carlos. Adherir rápido y fácil, rápido y breve, rápido y simple, rápido y absoluto, rápido y feliz. Porque felicidad es un término donde van a parar todas las concepciones que los humanos tienen o han adquirido sobre lo que deben ser sus vidas.

Se instaló la idea -menuda y pestilente idea- de que “compartir” es un comando al servicio de una generosidad sin freno, de un sin sentido sin límite. Al servicio de que mucho termina siendo nada y antes que nada hagamos inflación de lo mucho. Las mejores épicas de la humanidad concluyeron en: “si estás de acuerdo, dale un me gusta” como si eso realmente fuera algo que verdaderamente significara algo. No faltaron los preciosistas a los que les sobreabundó la belleza digitalizada, la ternura animal, los paisajes estremecedores y la música que el los viejos tiempos había que pagar y detenerse para escucharla. Y mientras mas había, menos tiempo quedaba. Todo laberinto, o red social, cobra en tiempo (vida) el estarse perdido dentro de él.

Como nadie escapa a su época ni sus circunstancias, a lo endeble o miserable o prosaico de su realidad, no vale el enojo o el reniego. El libro de rostros está allí y si Ud. no está, está frito, demodé, extraviado en el pasado, ajeno a la realidad y obligado a una realidad que le hará pagar en efectivo lo que este libro le suministra gratis.

No me gusta jugar el juego que todos juegan y generalmente pierdo todas mis partidas. Pero, desde hace poco, en esta pared se acercan otros a jugar otro juego impensado. Para mi sorpresa y mi bien. No es cantidad, ni siquiera calidad, sino un tímido sernos humanos; a veces infelices, generalmente vulnerables. Un ir y volver y decirnos sin tantos maquillaje, probando alguna pirueta, pensándonos despacio, animándonos a mirar lo que suele pasarse por el costado y dejando una señal más personal, más cálida –por real, por frágil, por espontánea en su naturaleza y en su necesidad de realizarse- sea una broma, una reflexión o un parecer que hace ronda entre unos y otros.

Dicen que lo bueno dura poco… por lo que dura, gracias a todos lo que por aquí andan jugando. Gracias francas porque la única felicidad que sé cierta, es la felicidad efímera del juego.
Otra vez gracias sin distinción de género o número.


Obra artística de Milan Hrnjazovic "Juntos pero aparte"


De Hombre al Hombre

Prólogo

Escribo:
Porque afuera está lloviendo
porque recuerdo sus ojos
porque mi sístole desafina
porque es o quiero que sea primavera
porque me llamo y da ocupado...

Escribo:
Dibujando estas letras
con pedacitos de sombra
confeccionando recuerdos
y escapando al filo de sus ángulos,
buscando en los silencios
los sonidos derrotados.

Escribo:
Símbolos a la deriva,
Sin relojes horizontales
sin anclas dactilares.
Pájaros de bronce y bruma
que quién sabe si jamás
llegarán a ningún destino.

Escribo:
Asumiendo los riesgos
de una ilusión imperiosa
para entrar aire en los pulmones.
Asumiendo los riesgos
de manifestar lo posible
con fonética neurótica...
o cometiendo vicios de palabra
con las manos confundidas.

Escribo:
Porque no sé que decir
ni dónde hacer.
Más allá de estas costillas
caer en la tentación de ser veraz
sólo acarrea terribles conflictos.
Está todo por decirse
y no hay nadie a quién decir.

Escribo:
Por defecto y largura de la eternidad.
Algunas veces creo comprender
otras comprendo que imagino.
Siempre está ahí la posibilidad
de construirnos un Dios o un Golem
a nuestra imagen y semejanza.

Escribo:
Para recordarme
no morir de todo olvido.
Para que sepas
que las tristezas
no son los paraísos perdidos
sino los nunca logrados.


Fabio Morasso



Vendo

Vendo un triciclo rojo
con su viaje de esquina a esquina
una noche con su dolor de muelas
otra con su dolor de oídos
la siesta en verano con perfume de mandarinas
una escalera para bajar que no sirve para subir
tres cortinas de gabardina de algodón estampado
para esconderse hasta los zapatos
imperdible saco gris de casamiento
talle cuarenta y cuatro con divorcio en la solapa
abuela Singer a pedales y rodete gris casi en la nuca
24 copas sin uso por temor a roturas
y esperando la ocasión oportuna que aún no ha llegado

Vendo partes de demolición, rezagos de guerra,
picaportes, llaves, puertas, quemaduras en la piel
amplia variedad de conjeturas,
tres recelos en fundas de celofán
un telegrama prescindiendo de sus servicios
dos broches de madera, una percha, una roldana

Vendo a la mejor oferta semanas, meses, almanaques
un cenicero de acrílico con 16 horas de colillas
el humo, la tos matutina y el dolor de espalda.
Bastón blanco y anteojos negros haciendo juego
caridad, vergüenza, apatía, verdín en las paredes
Ofertón: Cubrecamas de dos plazas, juego de sabanas
almohadas, treinta y dos pesadillas, amor y orgasmos

Vendo por necesidad, por viaje inmediato, por urgencia,
por deterioro, por cansancio, por renovación y cambio,
porque la plata no alcanza, por que hay que hacer negocio,
sacar ventaja, optimizar los recursos, ganar a cualquier precio
en cash rabioso con furia y sin piedad
uno sobre el otro pero sobre peso

Vendo la vida hasta la muerte y la vuelvo a vender sobre la mesa
con mas antigüedad y más tristeza
o permuto por pan, queso y tabaco para pipa
sin exigir recibo de sueldo ni certificado buco dental

Acepto canjes
tomo por menor valor lo que a otro le sobre
lo que de acá al sur y a precio dólar casi siempre falta
en las mejores ferias americanas, mercados de pulgas
y hervideros de miseria.
Tomo Ballester Molina aceitada y con municiones
y sigo vendiendo, financio, entrego en cuotas
bajo el interés, no pido garantías ni que el afecto sea eterno

Vendo
vendo ahora y siempre, ahora o nunca
reviento y tiro por la ventana
Vendo el Vaticano, la Capilla Sixtina
el tuétano de los huesos hervidos
la piel de esa mujer que olía a pachulí
la corbata de la escuela secundaria
el cinturón del ahorcado hoy en la mañana
Vendo la responsabilidad, la confianza, la sonrisa
Escucho ofertas, llantos, tesis políticas
secretos de alcoba, propuestas ecológicas.
Por cualquier consulta enviar mensaje privado.


Fabio Morasso


Hay que vivir como si fuera algo natural. Pero para eso hay que practicar mucho, concentrarse, equivocarse y volver a equivocarse, llover cada tanto, soplar viento a la mañana, iluminar fuerte al mediodía, sonreir como febrero, hacerse el otario como las margaritas blancas, desperezarse como un gato, rodar como gota de agua, comer como un famélico, llorar como sauce, estar firme como serranía...entonces se vuelve natural morir y nacer, empezar cada dia y vivir cada instante, rumiar paradojas y darle las gracias al vecino.
Pero hay que soltar el lunes para llegar al martes, darle la espalda al sur para llegar al norte, estar sano para enfermarse, abrir la mano para dar y recibir sin saber si se da o se recibe.
Hay que estar muy serio para que tenga gracia reírse.

Fabio Morasso