“Qué
abundancia de explicaciones, qué locura de interpretaciones, qué furor
de exégesis, sean éstas teológicas, filosóficas, sociológicas,
políticas, autobiográficas, cuántas formas de análisis, alegórica,
simbólica, estructural e incluso, todo ocurre, literal...
Cuántas llaves?: cada una de ellas sólo es utilizable por el que las ha forjado y sólo abre una puerta para cerrar otras.
¿Por qué la lectura nunca se satisface con lo que lee y no deja de sustituirlo por otro texto, que a su vez provoca otro más?
La interrupción de lo incesante es, ella misma, (lo) incesante. Cerrar, acabar, es siempre volver a comenzar.
No hay juicio final. No hay última palabra. Lo dicho es ya, de siempre y para siempre, demasiado."
"La pasión por la pregunta" - M. Blanchot
Cuántas llaves?: cada una de ellas sólo es utilizable por el que las ha forjado y sólo abre una puerta para cerrar otras.
¿Por qué la lectura nunca se satisface con lo que lee y no deja de sustituirlo por otro texto, que a su vez provoca otro más?
La interrupción de lo incesante es, ella misma, (lo) incesante. Cerrar, acabar, es siempre volver a comenzar.
No hay juicio final. No hay última palabra. Lo dicho es ya, de siempre y para siempre, demasiado."
"La pasión por la pregunta" - M. Blanchot