sábado, 6 de julio de 2019

Un aprendizaje o el libro de los placeres - Clarice Lispector





"Existe un ser que vive dentro de mí como si fuese su propia casa, y lo es. Se trata de un caballo negro y lustroso que a pesar de ser enteramente salvaje -ya que nunca vivió antes en nadie ni jamás le habían puesto riendas y montura- a pesar de ser enteramente salvaje tiene por eso mismo una dulzura
primaria de quien no tiene miedo: come a veces de mi mano.
Su hocico es húmedo y fresco. Le beso el hocico. Cuando yo muera el caballo negro quedará sin casa
y va sufrir mucho. Al menos que elija otra casa y que esta otra casa no tenga miedo de eso que es al mismo tiempo salvaje y suave.
Aviso que no tiene nombre. Basta llamarlo y se da con su nombre. O no, pero, una vez llamado con dulzura y autoridad, él va.
Si husmea y siente que un cuerpo-casa está libre, trota sin ruido y va. Aviso también que no se debe temer a su relinchar: nos engañamos y pensamos que nosotros mismos estamos relinchando de placer o de cólera, nos asustamos con el exceso de dulzura de lo que es esto por primera vez."


"Qué es el caballo? Es la libertad tan indomable que se torna inútil aprisionarlo para que sirva al hombre: se deja domesticar, pero con unos simples movimientos de sacudida rebelde de cabeza, agitando las crines como una cabellera suelta, demuestra que su íntima naturaleza es siempre bravía, límpida y libre. La forma del caballo representa lo mejor del ser humano."

"Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo entonces el mío se expresa. Su forma habla."

"...Es un animal que se expresa por la forma. Cuando ve montañas, césped, gente, cielo, domina hombres y su propia naturaleza."

"Qué es lo que hace al caballo ser de brillante naturaleza? Es la dulzura de quien asumió la vida y su arco iris. Esa dulzura se objetiva en el pelo suave que deja adivinar los elásticos músculos ágiles y controlados."





"Todo caballo es salvaje y arisco cuando manos inseguras lo tocan."

Él y yo

"Intentando poner en frases mi más oculta y sutil sensación y desobedeciendo mi necesidad exigente de veracidad, yo diría: si pudiese haber escogido, me habría gustado nacer caballo.
Pero,quién sabe, quizás el caballo no sienta el gran símbolo de vida libre que nosotros sentimos en él.
Debo concluir entonces que el caballo sería sobre todo para ser sentido por mí?
El caballo representa la animalidad bella y suelta del ser humano?
¿Lo mejor del caballo el ser humano ya lo tiene? Entonces abdico de ser un caballo
y con gloria paso a mi humanidad. El caballo me indica lo que soy."

"Nunca más descansaré porque robé el caballo de caza de un Rey. Soy, ahora, peor que yo misma!
Nunca más descansaré: robé el caballo de caza del Rey en el hechizado Sabath.
Se adormeció un instante, el eco de un relincho me despertó. Era inútil intentar no ir.
En la oscuridad de la noche el resollar me estremeció. Finjo que duermo pero en el silencio el jinete respira.
Todos los días será igual: ya al atardecer comienzo a ponerme melancólica y pensativa.
Sé que el primer tambor en la montaña del mal hará la noche, sé que el  tercero me envolverá en su tormenta. Al quinto tambor ya estaré con mi codicia de caballo fantasma.
Hasta que de madrugada, los últimos tambores levísimos, me encontrarán sin saber cómo junto a un arroyo
fresco, sin saber jamás lo que hice, al lado de la enorme y cansada cabeza de caballo."

"Pero, cansada de qué? Qué hicimos, yo y el caballo, nosotros, los que trotamos en el infierno de la alegría
del vampiro? Él, el caballo del Rey, me llama. Resisto, en medio de una crisis de sudor, y no voy.
Desde la última vez en que descendí de su silla de plata, era tan grande mi tristeza humana por haber sido lo que no tenía que ser, que juré que nunca más.

El trote, empero, continúa en mí. Converso, arreglo la casa, sonrío, pero sé que el trote está en mí.
Siento su falta hasta morir.

No, no puedo dejar de ir.

Y sé que de noche, cuando él me llame, iré. Quiero todavía que una vez más el caballo conduzca mi pensamiento. Fue con él que aprendí. Si es pensamiento esta hora entre latidos.
Comienzo a entristecer porque sé cómo el ojo (oh, sin querer, no es culpa mía), cómo el ojo sin querer
ya resplandece de perverso regocijo: sé que iré.

Cuando de noche él me llame, atrayéndome al infierno, iré. Desciendo como un gato por los tejados.
Nadie sabe, nadie ve. Sólo los perros ladran presintiendo lo sobrenatural.

Y me presento, en la oscuridad, al caballo que me espera, caballo de realeza, me presento muda y con fulgor. Obediente a la Bestia.

Detrás de nosotros corren cincuenta y tres flautas. Al frente, un clarinete nos alumbra, a nosotros,
los impúdicos cómplices del enigma. Y nada más me es dado saber.

De madrugada yo nos veré exhaustos junto al arroyo, sin saber qué crímenes cometimos hasta llegar a la
inocente madrugada.

En mi boca y en sus patas la marca grande de la sangre. ¿Qué hemos inmolado?

De madrugada estaré de pie al lado del jinete ahora mudo, con el resto de las flautas todavía resbalando
por los cabellos. Los primeros signos de una iglesia a lo lejos nos estremecen y nos ahuyentan, nos
desvanecemos frente a la cruz.

La noche es a mi vida como el caballo diabólico, y ya soy la hechicera del horror.
La noche es mi vida, anochece, la noche pecadoramente feliz es la vida triste que es mi orgía: eh, roba,
roba de mí al jinete porque de robo en robo hasta la madrugada yo ya robé para mí y para mi
compañero fantástico, y de la madrugada ya hice un presentimiento de terror de demoníaca alegría
malsana.

Líbrame, roba deprisa al jinete mientras es hora, mientras todavía no anochece, mientras es de día
sin tinieblas, si es que todavía hay tiempo, pues al robar al jinete tuve que matar al Rey, y al asesinarlo
robé la muerte del Rey. Y la alegría orgiástica de nuestro asesinato me consume de terrible placer.
Roba deprisa el caballo peligroso del Rey, róbame  antes de que la noche venga y me llame."

Clarice Lispector



"Como sobrepasar esa paz que nos acecha (...) Montañas tan altas que la desesperación siente pudor.
Los oídos se agudizan, la cabeza se inclina, todo el cuerpo escucha: ningún rumor. Ningún gallo posible.

Cómo estar al alcance de esa profunda meditación de silencio?
De ese silencio sin recuerdo de palabras. Si eres muerte, cómo bendecirte?
Es un silencio...Es vacío sin promesa Como yo, Ulises? Si al menos hubiese viento.
Viento es ira, ira es la vida. (...)

Durante el día eso es tan intenso que la noche aún permanece poblada. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silencio no deja pruebas.No se puede hablar de silencio como se habla de nieve.
El silencio es la profunda noche secreta del mundo. Y no se puede hablar del silencio como se habla de nieve: sentiste el silencio de esas noches?
Quien oyó no lo dice. Hay una masonería del silencio que consiste en no hablar de él y de adorarlo sin palabras.

La noche, Ulises, desciende con sus pequeñas alegrías de quien enciende lámparas, con el cansancio que tanto justifica el día. Los chicos de Berna adormecen, se cierran las últimas puertas. Las calles brillan en losas y brillan ya vacías.

Y al final se apagan las luces de las casas. Sólo uno que otro poste iluminado para iluminar el silencio.

Pero este primer silencio, Ulises, todavía no es el silencio. Que se espere, pues las hojas de los árboles aún se arreglarán mejor, algún paso tardío tal vez se oiga con esperanza por las escaleras.
Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se yergue el espíritu atento, y de la Tierra y de la Luna. Entonces él, el silencio, aparece. Y el corazón late al reconocerlo: pues él está dentro nuestro.

Se puede pensar rápido en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perderán.
Pero es inútil eludirlo: está el silencio. Aún el peor sufrimiento, el de la amistad perdida, es simplemente fuga. Ya que si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -como arde, Ulises, por ser llamada y responder; temprano se descubre que no te exige nada, tal vez sólo tu silencio.

Pero los de la masonería saben de esto. Cuántas horas perdí en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga -como esperé en vano ser juzgada por Dios (por quién? por qué?) Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forjadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano finalmente mostrar su indignidad y ser perdonado con la justificación de que se es un ser humano humillado de nacimiento.

Hasta que se descubre, Ulises -no quiere tu indignidad. El es el Silencio. El es el Dios?
Se puede intentar engañarlo también. Se deja que el libro de la mesa de luz se caiga al suelo como por casualidad. Pero -horror- el libro cae dentro del silencio y se pierde en su muda e inmóvil vorágine.
Y si un pájaro enloquecido cantase? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría el silencio como una leve flauta. Lo que más se parecía, en el dominio del sonido, con el silencio, era una flauta.

Entonces, si hay coraje, no se lucha más. Se entra en él, se va en él al Infierno? Se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que se entre. Que no se espere el resto de la oscuridad dentro suyo, solamente él. Es como si estuviésemos en un navío tan descomunalmente enorme que ignorásemos estar en un navío. Y si este navegase tan eternamente que ignorásemos estar yendo.

Más que eso un hombre no puede.

Vivir al borde de la muerte y de las estrellas es vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay ni siquiera un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El corazón tiene que presentarse delante de la Nada solo y solo latir en silencio  de una taquicardia en las tinieblas. Sólo se siente en los oídos el propio corazón. Cuando este se presenta todo desnudo, ni siquiera es comunicación,es sumisión.
Porque no fuimos hechos sino para el pequeño silencio, no para el silencio astral.

Si no hay coraje, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad delante del silencio, sólo los pies mojados por la espuma de algo que se esparce desde dentro nuestro. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio sino el auxilio bendito de un tercer elemento: la luz de la aurora.

Después nunca más se olvida (...) Después de decir una palabra. A veces en el propio corazón de la palabra se reconoce el Silencio. Los oídos se asombran, la mirada se aclara -helo ahí. Y esta vez él es fantasma."

Clarice Lispector

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