jueves, 7 de junio de 2018

José de Sousa Saramago (1922-2010)



Hoy, no sé por qué, el viento ha tenido un hermoso gesto de renuncia,
y los árboles han aceptado su quietud.

José Saramago




José de Sousa Saramago
Azinhaga, Santarém, Portugal,
16 de noviembre de 1922 - Tías, Lanzarote, España, 18 de junio de 2010
Escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués. Premio Nobel de Literatura 1998






"Físicamente habitamos un espacio, pero, sentimentalmente, somos habitados por una memoria. Memoria de un espacio y de un tiempo, memoria en cuyo interior vivimos, como una isla entre dos mares: a uno le llamamos pasado, a otro le llamamos futuro. Podemos navegar en el mar del pasado próximo gracias a la memoria personal que retuvo el recuerdo de sus rutas, pero para navegar en el mar del pasado remoto tendremos que usar las memorias acumuladas en el tiempo, las memorias de un espacio continuamente en transformación, tan huidizo como el propio tiempo."


Intimidad

En el corazón de la mina más secreta,

En el interior del fruto más distante,

En la vibración de la nota más discreta,

En la caracola espiral y resonante,

En la capa más densa de pintura,

En la vena que en el cuerpo más nos sonde,

En la palabra que diga más blandura,

En la raíz que más baje, más esconda,

En el silencio más hondo de esta pausa,

Donde la vida se hizo eternidad,

Busco tu mano y descifro la causa

De querer y no creer, final, intimidad.


José Saramago

De "Poesía completa" Alfaguara Editores, 2005

Versión de Ángel Campos Pámpano





"En la isla a veces habitada de lo que somos, hay noches, mañanas y madrugadas en que no necesitamos morir. En ese momento sabemos todo lo que fue y será. El mundo se nos aparece explicado definitivamente y entra en nosotros una gran serenidad, y se dicen palabras que la significan.

Levantamos un puñado de tierra y la apretamos en las manos. Con dulzura.

Allí está toda la verdad soportable: el contorno, la voluntad y los límites. Podemos en ese momento decir que somos libres, con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce y viajó alrededor del mundo infatigable, porque mordió el alma hasta sus huesos.

Liberemos sin apuro la tierra donde ocurren milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es en este momento la vida. Que eso nos baste"








Duro? No.
Soy frágil, créame.
Y es la certeza de mi fragilidad
Que me lleva a escapar de los lazos.



Si me abandono,
Si me dejo atrapar,
Estoy perdido.
 


José Saramago

"La vida se ríe de las probabilidades, y pone palabras donde imaginábamos silencios y súbitos regresos cuando pensábamos que no volveríamos a encontrarnos"  de El viaje del elefante



"Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa".

José Saramago



La caverna

"Verdaderamente son pocos los que saben de la existencia de un pequeño cerebro en cada uno de los dedos de la mano, en algún lugar entre falange, falangina y falangeta. Ese otro órgano al que llamamos cerebro, ese con el que venimos al mundo, ese que transportamos dentro del cráneo y que nos transporta a nosotros para que lo transportemos a él, nunca ha conseguido producir algo que no sean intenciones vagas, generales, difusas y, sobre todo, poco variadas, acerca de lo que las manos y los dedos deberán hacer.
Por ejemplo, si al cerebro de la cabeza se le ocurre la idea de una pintura o música, o escultura o literatura, o un muñeco de barro, lo que hace él es manifestar el deseo y después se queda a la espera, a ver lo que sucede. Sólo porque despacha una orden a las manos y los dedos, cree, o finge creer, que eso era todo cuanto se necesitaba para que el trabajo, tras unas cuantas operaciones ejecutadas con las extremidades de los brazos, apareciese hecho. Nunca ha tenido la curiosidad de preguntar por qué razón el resultado final de esa manipulación, siempre compleja hasta en sus más simples expresiones, se asemeja tan poco a lo que había imaginado antes de dar instrucciones a las manos.

Nótese que, cuando nacemos, los dedos todavía no tienen cerebros, se van formando de a poco con el paso del tiempo y el auxilio de lo que los ojos ven. El auxilio de los ojos es importante, tanto como el auxilio de lo que es visto por ellos. Por eso lo que los dedos siempre han hecho mejor es precisamente revelar lo oculto. Lo que en el cerebro pueda ser percibido como conocimiento difuso, mágico o sobrenatural, signifique lo que signifique sobrenatural, mágico, son los dedos y sus pequeños cerebros quienes lo enseñan.

Para que el cerebro de la cabeza supiese lo que era una piedra, fue necesario que los dedos la tocaran, sintiesen su aspereza, el peso y la densidad, fue necesario que se hiriesen en ella. Sólo mucho tiempo después el cerebro comprendió que de aquel pedazo de roca se podía hacer una cosa a la que llamaría puñal o una cosa a la que llamaría ídolo.

El cerebro de la cabeza anduvo toda la vida retrasando la relación con las manos, e incluso en estos tiempos, cuando parece que se ha adelantado, todavía son los dedos quienes tienen que  explicar las investigaciones del tacto, el estremecimiento de la epidermis al tocar al barro, la dilaceración aguda del cincel, la mordedura del ácido en la chapa, la vibración sutil de la hoja de papel extendida, la ortografía de las texturas, el entramado de las fibras, el abecedario en relieve del mundo".

José Saramago






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