domingo, 4 de junio de 2023

"La habitacion de los habitos" (extractos del blog "En lengua propia")

 "Los hábitos y las costumbres tienen sus lugares favoritos en los que se sienten a sus anchas. Son aquellos en los que pasamos más tiempo todos los días, y que, como el nido para el pájaro, forman parte de nuestra intimidad cotidiana. El principal de esos lugares es la habitación en la que desplegamos con mayor profusión nuestros hábitos, siendo la lectura uno de los más frecuentes. Es también el espacio en el que abrimos la puerta de la memoria a los recuerdos. Y en la época dorada de la correspondencia epistolar, el rincón preferido para escribir cartas íntimas y leer las que se recibían. Por ello a esta habitación se la denominaba antiguamente cámara privada, gabinete, boudoir o tocador.

"La relación de los hábitos con el tiempo es inversamente proporcional a la que mantienen con el espacio. Su necesidad de perdurar, a fin de que arraiguen y maduren, contrasta con la pequeñez del espacio que precisan para desenvolverse. Les basta y sobra con una o dos estancias reducidas, como las que utilizaban Montaigne y Goethe en sus respectivas mansiones."

Torre de Montaigne en Saint-Michel-de-Montaigne, donde el escritor tenía su biblioteca

                                              Fachada de la casa de Goethe en Weimar

                                                        Interior de la casa de Goethe



El hábito sólo respira en espacios limitados, acordes con su parvedad y concreción. En las estancias grandes, de techos altos y dimensiones palaciegas, se difumina, se evapora, no echa raíces. Sus enemigos son la vaguedad y la indefinición, los mismos que acechan la escritura.


Dormitorio de Proust en el apartamento de la calle Hamelin, donde murió el 18 de noviembre de 1922


Proust fue todo un maestro en el cultivo de los hábitos. En su ciclo novelístico En busca del tiempo perdido adquieren peso propio en la conciencia del Yo narrador. No es casual que el primer volumen de la novela, Por el camino de Swann, empiece con la descripción minuciosa de uno de ellos: la costumbre de acostarse temprano que el Narrador cultivó durante mucho tiempo (“Longtemps, je me suis couché de bonne heure”) y los minúsculos percances que sacudían la sensibilidad y la memoria del durmiente después del primer sueño.

Uno de los recuerdos que le visitaban inesperadamente en ese despertar inoportuno a media noche era el de las distintas alcobas en las que pernoctó en el pasado. La evocación nostálgica que hace de cada una de ellas, con metáforas alusivas al “nido” y “la caverna cálida”, es una reminiscencia del calor maternal, pero también del deseo de revivirlo mediante sucedáneos



Gabinete de Freud en su apartamento de la calle Berggasse, 19, de Viena, fotografiado por Edmund Engelmann en 1938, poco antes del traslado a Londres.

En una carta fechada el 6 de agosto de 1938, en su nueva casa londinense de Elsworth Road, Sigmund Frued le transmitia a su amigo Max Eitingon la sensacion de irrealidad que reina a su alrededor como si estuviese viviendo un sueno, "la realizacion maravillosa de un deseo onirico"
El y su familia habian logrado escapar de las garras del regimen nazi, que se habia anexionado Austria en abril de aquel ano, dejando en Viena en su casa de Berggasse 19 en el distrito noveno de la ciudad, ls recuerdos de toda una vida entregada al conocimiento de la mente.
Freud tenia entonces 82 anos y habia sido operado de un cancer de mandibula. Gracias a la intervencion de influyentes amigos extranjeros, logro emigrar y llevarse consigo su coleccion de arte y antiguedades a la que la Gestapo habia echado el ojo. Desde 1891 el entresuelo de un edificio de apartamentos de cuatro plantas alojaba el hogar y la consulta de Freud. Si no hubiese sido por los nazis, habria permanecido en la casa hasta su muerte.

La vivienda albergaba las dos habitaciones del gabinete de trabajo en el que paso tantas horas de su larga vida, presidido por el divan cubierto con un tapiz oriental y almohadones, y abarrotado de antiguedades dispersas por las paredes, mesas, estantes y vitrinas, que le proporcionaban un "solaz insuperable". Muchos de aquellos objetos eran de origen funerario. Su presencia demostraba no solo el interes del fundador del psicoanalisis por la arqueologia, sino el peculiar objetivo de su labor: desenterrar los recuerdos que se esconden en la memoria inconciente.


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extractos del post "La habitacion de los habitos" del blog "En lengua propia, ideas sobre cultura literaria" ver completo en:

https://enlenguapropia.wordpress.com/2018/10/23/la-habitacion-de-los-habitos/



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