miércoles, 13 de abril de 2022

Chaya Pinkhasovna Lispector (1926-1977)

"Gastó muchos años de su existencia en la ventana, mirando las cosas que pasaban y las que estaban paradas. Pero la verdad era que oía más que veía la vida dentro de sí. La fascinaba su ruido, como el de la respiración de una tierna criatura; su dulce brillo, como el de una planta recién nacida. Todavía no se había cansado de existir y se bastaba tanto a sí misma que a veces tal era su felicidad que sentía que la tristeza la cubría como la sombra de un manto, dejándola fresca y silenciosa como un atardecer. Ella era en sí en propio fin."



Mi vida no tiene más remedio

Estaré engañándome diciendo que

Todavía es posible el futuro que soñé

Tengo absoluta certeza que

Nada de lo que aprendí fue en vano

Siento dentro de mí que

Tener un sueño no significa nada

No podría decir jamás que

Mi futuro puede ser brillante

Siento cada vez mas que

Ya no tengo esperanza

Y jamás volveré a mentir que

La vida es una gran fiesta

Hoy reconozco que es verdad que

Vivir es no dejarse llevar por la ilusión


Clarice Lispector


Este poema tiene la particularidad de producir sensaciones encontradas según la dirección de su lectura. Al leerlo desde abajo hacia arriba: qué sientes?



Pues en la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, ocurrió esa cosa que no quiero siquiera intentar definir. En pleno día era noche, y esa cosa que no quiero todavía definir es una luz tranquila dentro de mí, y la llamaría alegría, alegría mansa. Estoy un poco desorientada como si me hubieran arrancado el corazón, y en lugar de él estuviera ahora la súbita ausencia, una ausencia casi palpable de lo que antes era un órgano bañado de oscuridad, de dolor. No estoy sintiendo nada. Pero es lo contrario del sopor. Es un modo más leve y más silencioso de existir.

Tanta mansedumbre